Muerte sin fin
Visita de ciertas asesinas por la ventana. Ellos tocaron a la puerta y avisaron que tenían que matarlas. La reacción fue de duda ante la aniquilación masiva. Conozco a más de uno alimentado por ellas por su dulce y mortal amor. Finalmente les dieron muerte con agua y jabón. En ese momento odie dos cosas: a los vecinos por quejarse y a ellos por matarlas. Quizá -pensé- podrían llevárselas a un panteón para que no asesinen a nadie más.