viernes, marzo 24, 2006

De libertades

Interioridad de dos estrellas que arden

Al que combatió por la Libertad
se le dio una estrella, vecina
a la luminosa madre muerta al alumbrar.

- ¿Fue grande tu dolor? -preguntó
el Guerrero.

- No tanto como el gozo
de dar un nuevo hombre al mundo.
- ¿Y tu herida -dijo ella-
fue honda y torturante?

- No tanto
como el gozo de dar al hombre un nuevo mundo.
- ¿Y conociste a tu hijo?
-¡Nunca!
- ¿Y conociste el fruto de tu lucha?
- Morí antes.
- ¿Duermes? - preguntó el Guerrero
- Sueño -respondió la madre.

Pablo Antonio Cuadra

jueves, marzo 16, 2006

C H A O U E N






Fotografías: Óscar Torres.

miércoles, marzo 15, 2006

T Á N G E R






Más allá de lo atractivo que puede resultar Marruecos por sus paisajes en el Rif, los recorridos por la ciudad de Tánger (Grutas de Hércules, Cabo Espartel, Alcazaba, la medina de Tánger), los mares del Mediterráneo y el Atlántico, las costas desérticas y el idioma marroquí (variante de la lengua árabe tradicional), este país donde la mayor parte de la población es musulmana deja una sensación que pareciera pisar un suelo desconocido en su totalidad. Vamos a ver. Como si la arrogancia occidental se hiciera añicos y como si la percepción de nosotros mismos siempre haya estado errónea. Somos los extraños, somos los invasores, somos los ajenos. Por ahora me limito a darle la bienvenida a nuestras diversidades dentro y fuera de casa. Primero me gustaría narrar un poco sobre ciertas percepciones que tuve de la vida urbana en Tánger, ciudad habitada por más de un millón de marroquíes provenientes de todos los rincones más alejados del país. No es nada una ciudad atractiva en términos turísticos aunque por las costumbres y la población se vuelve inquietante. Uno recorre la ciudad en medio de un tumulto de coches que bien se las arreglan para transitar ante la casi inexistencia de semáforos y como suele ocurrir en la mayoría de los países también se presentan recordatorios a la madre y accidentes, aunque las personas de algún modo se la ingenian con un intercambio de palabras y basta. Quizá meterse en más líos no les convenga a ninguna de las dos partes. El régimen es monárquico y figura el rostro del rey en cada uno de los sitios a los que uno va a parar: hoteles, restaurantes, comercios, mercados, casas. La imagen del rey pareciera no solo retransmitir el respeto a la autoridad sino la simbiosis entre la fuerza y el heroísmo. En resumidas cuentas existe un culto hacia el poder e imagen del rey, quien como buen musulmán y representante único del pueblo se acerca a la divinidad.

La medina de Tánger, la zona más antigua de la ciudad y prácticamente en ruinas, si bien sólo apenas refleja lo que algún día pudo haber sido como esplendorosa ciudad, en la actualidad aguarda un mercado y una gran cantidad de tiendas callejeras y en locales establecidos. Uno aprende que debe pensar tres o cuatro veces antes de preguntar el precio por cualquier producto atractivo ante el temor a la envestida de cuestionamientos por negarse a comprar. El comerciante tantea al turista o a cualquier comprador; se ofrece un precio al principio y antes de una cualquier posible negativa, vienen las ofertas y las preguntas –hablar castellano, gustar esto, ofrecer mejor precio, cuánto da, cuánto tiene, de dónde es, parece marroquí, tiene esposa, llévelo-. Uno termina mareado y el comerciante se voltea con un desdén en la cara y una discreta indicación de para qué demonios pregunta uno entonces. Si bien en este país o en otro podría ser una forma de regateo, en Marruecos adquiere una dimensión adicional que es el conocer al otro, el dialogar y el de sobrevivir. Generalmente el comerciante sacrifica con tal de llevarse algo, vender más y lograr casarse con su prometida. El honor está de por medio.

En la medina puede apreciarse todo tipo de artículos: alfombras, hierbas, teteras, pipas, chilabas, especias y ante todo una variedad de personalidades. Jamás olvidaré la imagen de una mujer de más de cincuenta años postrada en un puesto callejero de hierbas con los dos brazos cubiertos de pulseras plateadas hasta el codo y en espera del novio prometido. Mohamed, el guía que nos lleva a través de las callejuelas, tiene más de ochenta años y su pausado caminar no le impide dirigirse hacia nosotros (grupo de doce personas) con agilidad y sentido del humor. Sabe hablar siete idiomas y de lo único que se arrepiente en esta vida es no haber aprendido japonés. Es el atardecer y las mezquitas empiezan a emitir una señal por los altavoces en vísperas de las últimas oraciones del día. Mientras tanto la congregación humana en las calles es latente. Los viernes y fines de semana las personas no trabajan porque son de descanso y prácticas religiosas. La mayor parte de las mujeres se arropan con sus chilabas y otras cubren su rostro. Por la noche nos dirigimos a un bar apartado y debajo del hotel que por su apariencia recuerda la decoración de los años ochenta. Después nos aclaran que es un lugar de ligue aunque confieso me quedo sin entender ante la completa ausencia de mujeres.

Otro día nos acompaña un taxista de nombre Shilam y nos lleva a tomar un té de menta. Él nos comparte sus opiniones sobre Tánger y los hechos en Nueva York con la destrucción de las Torres Gemelas e insiste que en el mundo gobierna la mafia y que todo ha sido orquestado por los gobiernos de Estados Unidos, Israel y la India. Lo curioso de nuestro amigo es que saca su pipa para fumar marihuana y reza con pies descalzos y postura hincada cuando se encuentra fuera de una mezquita. Después de llevarnos a Asilah, ciudad costera y antigua colonia portuguesa, nos dirige a un mercado donde acuden cientos de comerciantes para vender sus más variadas especias, verduras y carnes de chivo. El lugar es singular por la vestimenta típica de las mujeres y el ambiente rural que se respira. De regreso a Tánger comemos en una zona boscosa donde decenas de familias musulmanas se dan cita para saborear ricas tiras de carne molida al carbón y una crema de verduras. Agrego que todo lo vivido se lo debemos a nuestros intérpretes por la enorme barrera del idioma.

jueves, marzo 09, 2006

Venta marroquí


- ¿Cuánto cuesta?
- 100 dirhams
- Le doy 10.
- Bueno, deme 20.
(Advertido).

martes, marzo 07, 2006

A L E R T A


- Le dije alguacil que esto si iba a poner del cocol.
- Usted, relájase. No pinche ranas antes que salten.
(Celebrando en Puerta Real la autonomía de Andalucía, 28 de febrero)

viernes, marzo 03, 2006

Dos timones y un enamorao

Es medianoche, tomo cerveza y observo un video musical. Prendo un cigarro y me dispongo hablar con unos camaradas de Sevilla. Caminamos hacia un río, puentes y edificios que remontan a una ciudad medieval. Tiempo después estamos en Rincón de San Pedro, un lugar sólo para ellas. El humo y el calor abarrota cada esquina. Al entrar se empañan mis vidrios y la luz de neón no me permite visualizar mas que oscuridades que se mueven y hablan. Sin embargo es inevitable observar a primera vista un gorilón de dos metros de altura con un largo vestido color verde chillante, listones de colores, maquillado al estilo La Tigresa y peinado a la última moda en los tiempos de Tongolele. El espectáculo se había terminado y decido tomar algo de cerveza. Me acerco a la barra y uno de los presentes granadinos se dispone a beber tequila con jugo de lima, se acerca otro hacia él y alcanzo a escuchar: “Vamo... te motrare todo lo'e tengo de lubricante”. El otro no responde, sonríe y confiesa sentirse "enamorao". Se acerca un tercero, cuchichea con el segundo, y muestra su trasero. El segundo le fija la vista al enamorado para decirle con unos ojos de tu dirás ratoncito. Después de una hora, como toque de queda, el dueño nos comunica a todos que tenemos que retirarnos. Esto me recuerda a un lugar muy remoto y único por las tierras chiapanecas. La hora de la despedida. Faltan una horas para que amanezca. Por cierto volviendo a los anteriores tíos granadinos, el cuadro nunca se me olvidará: el enamorado acorralado, el segundo en espera y el tercero con una cara larga, larga muy larga.