Aconteceres nacionalistas en España

Siempre creí que los asuntos públicos no iban tan mal en España. Desde mi llegada a este país me propuse conocer más sobre la relación existente entre el gobierno español y las comunidades autónomas. Me interesaba conocer el grado de descentralización en el manejo de los recursos y el grado de autonomía de las comunidades españolas. La percepción inicial fue que España había alcanzado un avance significativo en el desarrollo autónomo de las comunidades y sus provincias. Es decir, es díficil percibir una centralización del poder político y desarrollo económico por parte del gobierno español. Si nos trasladamos a la comunidad autónoma de Andalucía, observamos que las políticas en materia de medio ambiente, educación y salud buscan resolver problemáticas locales. Pero no todo son buenas noticias. En algún momento algunas voces lamentarían la promesa de Zapatero en el Congreso de dejar el texto del Estatuto Catalán "tan limpio como una patena". Desde luego que laicos y nacionalistas no tardarían en protestar por los tintes sacros de estas palabras; aunque dicho comentario dejaría entrever que el Estatuto requería ciertos ajustes tras explícitas demandas de autoridades de Cataluña. Desde entonces lo que se ponía en juego era la Carta constitucional. Pedro Cerezo Galán, académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, sostiene que "el desarrollo de la Constitución de 1978 en el horizonte del federalismo es la única salida que le queda al país para tratar de domesticar a los nacionalistas de toda laya, ya sean históricos o apócrifos, fundados o infundados, que amenazan gravemente la convivencia civil en España" (1). La advertencia se dirige a las actuales expresiones que se han dado en torno al Estatuto catalán como "los poderes de la Generalitat emanan del pueblo de Cataluña", "el derecho inalienable del Cataluña al autogobierno". De tal forma que el Estatuto parte de un trato igualitario entre España y Cataluña y no sobre el reconocimiento de un gobierno indivisible como podría responder un Estado federal. El catedrático Cerezo Galán concluye con el anhelo de que elTribunal Constitucional vele por "la Constitución y deje así patente que en democracia el poder judicial es el verdadero garante del Estado de Derecho". Al respecto, existen opiniones optimistas y favorables a un dictamen del Tribunal Constitucional contra el establecimiento de "realidades nacionales". Veamos cómo procede.

1. Ver el artículo de Cerezo Galán, P. El despiece en carne viva (I y II). Diario Granada Hoy, 11 de mayo de 2006.