Breve carta al ex Jefe
Ayer fue una tarde llena de impedimentos en el transporte público capitalino ante la imposibilidad de trasladarme por algún medio que no fuera un taxi; el metro parado y atiborrado, los metrobuses a reventar y la inexistencia de micros sobre Insurgentes. No me quedó más remedio que tomar un taxi. El taxista comenta que todo el caos es resultado de los campamentos sobre Reforma promovidos por usted. Pienso en el nombre de su organización política y me altera un poco mi estado de ánimo: “Por el Bien de Todos”. Para empezar debí aconsejarle antes de mi partida que no iniciara su campaña con esa frase; eso lo hubiera dejado para antecesoras generaciones. Pareciera haberse concentrado en personas de la tercera edad necesitadas de su caridad. Sólo hago el esfuerzo de asimilar su frase de campaña frente a las alteraciones a la vida cotidiana de los habitantes de a pie y lodo.
Hoy por la tarde me encontré con unas ancianas indígenas en las escaleras de cierta estación del metro que pedían limosna. Espero no se haya olvidado de estas ancianas. Sólo le recuerdo que se encuentran vulnerables frente al paso de miradas que las ignoran. No hablan español y permanecen postradas por horas enteras. Más adelante observo las caricaturas referentes a los actores políticos que influyeron para evitar la llegada de su democracia. (Que conste que no pertenezco al PAN ni al PRI, pero tampoco a su Coalición). Alrededor de estas caricaturescas personalidades no puedo dejar de compararlas con el entorno citadino que se resiste a la agonía a pesar de los agravios que sufre: las señoras con sus flores, los vendedores ambulantes y entusiastas, las indígenas ancianas y su fuerza, los músicos y su folklore y los cientos de individuos –los cuales me incluyo- que vivimos día a día. Mi estimado ex jefe espero que sus luchas y resistencias que amenazan con la desobediencia civil y la reivindicación del espurio nacionalismo tengan la sensibilidad de comprender nuestras prioridades. Muchas gracias.
Citoyen
Hoy por la tarde me encontré con unas ancianas indígenas en las escaleras de cierta estación del metro que pedían limosna. Espero no se haya olvidado de estas ancianas. Sólo le recuerdo que se encuentran vulnerables frente al paso de miradas que las ignoran. No hablan español y permanecen postradas por horas enteras. Más adelante observo las caricaturas referentes a los actores políticos que influyeron para evitar la llegada de su democracia. (Que conste que no pertenezco al PAN ni al PRI, pero tampoco a su Coalición). Alrededor de estas caricaturescas personalidades no puedo dejar de compararlas con el entorno citadino que se resiste a la agonía a pesar de los agravios que sufre: las señoras con sus flores, los vendedores ambulantes y entusiastas, las indígenas ancianas y su fuerza, los músicos y su folklore y los cientos de individuos –los cuales me incluyo- que vivimos día a día. Mi estimado ex jefe espero que sus luchas y resistencias que amenazan con la desobediencia civil y la reivindicación del espurio nacionalismo tengan la sensibilidad de comprender nuestras prioridades. Muchas gracias.
Citoyen