El Poniente Andaluz
Pasan los días sin dejar de hacer un recuento de lo sucedido durante mi corta e intensa estancia -entre lecturas, viajes, hachís, reflexiones y mutilaciones, uno tiene la sensación de que todo está por comenzar y debe uno regresar-. El fin de semana pasado yacía tranquilamente en un aposento de Granada, cuando los vientos andaluces me obligaron terminar en Tarifa. Todo parecía tomar "buen" rumbo: sin abrigo, sin hospedaje y sin ná... mas que unas cuantas moneditas en el bolsillo. Les compramos bocadillos a unos compas para quitar nuestra perra hambre pero no logramos satisfacer ni la mitad. El alcohol y el hachís pueden hacer el resto -me advierten-.
Froto mis manos frente al fuerte viento y la humedad. Habíamos dejado atrás cinco horas de viaje entre tráfico, constantes paradas a los servicios, cafecitos, algún zumo o agua por ahí -que sé yo- para llegar al mero chiringuito La diosa sobre las playas de Tarifa, que por el house o el chillout anuncia una noche psicodélica acompañada de una luna llena, el fuerte viento y el mar oscuro como escenario. Recorro el chiringuito, todos saludan y dan la bienvenida. Con los primeros rones se nos había ido la mitad de nuestro presupuesto en efectivo.
Tras las cinco y media de la mañana, terminamos descansando un poco en el coche. Después nos dirigimos al chiringuito La Tarangana; pedimos algo de beber y comer para curarnos la desvelada. -Un letreto: Wind Surf, No Kite- Decenas de surfistas flotan sobre el mar. Primero con un ¡ofu! luego con una ¡ostia!. Nuevo intento ¡Ofu!. El alquiler del equipo de 50 E y las clases 150 E. - ¡Es un chollazo!-advierten-. Pues sí, ahora págalos. Me conformo con un champuzón -jó que caló-. ¡Venga! ¡Sandrita! ¡Evita! Estoy entre el Atlántico y el Mediterráneo por segunda ocasión.
En Costa Chica nos preparamos para continuar una suerte de despedida. En el pueblo conocemos a Benito -madrileño- y compañía y nos dirigimos a un chiringuito. En una pared sobresale la fotografía de una mujer al modo de Marc Chagall. Algo tiene la noche que no me percato de su presencia. Pues sí, a las nueve y media del otro día seguíamos en pie. Ojos rojos, pupilas dilatadas, estómago vacío, ojeras y sueño. Frente al astro rey fijamos las miradas e intentamos reponernos tras dos días de medio dormir. Después hacia las dunas, un poco de barro natural extraído de las piedras y untado por todo el cuerpo, y algunas fotos. Sin tocar cachimbas y sin brindar por los ausentes dimos por finalizado el trayecto. ¡Ya será otro día!
5 Comments:
¡Caramba, niño! Qué mala vida te das. Qué ganas de que estés de vuelta para que me lo cuentes TODO.
Un abrazo.
Qué bárbaro, con razón no quieres regresar.
Yo tampoco me regresaría, la verdá.
Interesantes tus apreciaciones sobre mi artículo de la situación política en México. Espero que podamos tener pronto un "cara a cara" para poder profundizar en este tema. Por lo demás me alegra que aproveches, hasta el último instante, tus últimos días de presencia en España. Muy interesante tu relato sobre tu último viaje y, he de reconocer, que me produce sana envidia.
Saludos
Lo-que-será: Lo intentamos un poco. Seguro, nos veremos por allá. Un abrazo.
Doña Raquel: He de confesar que me resisto en el fondo. Pero también es importante cerrar ciclos. Por aquéllo del dharma ;)
Paco: Seguro. Aunque tendrá que ser lo antes posible. Parto el miércoles hacia Madrid para tomar el vuelo el viernes por la mañana.
De viaje al hachís. Tú sí que sabes contratar un vuelo :))
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